miércoles, 5 de diciembre de 2018

Niños "problema"

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Este post ha sido extraído de la columna del diario el espectador escrita por  Bernardo Congote y titulada: Un niño que no "joda"

En la antesala del consultorio de una sicóloga me encuentro con una joven madre. Descubro que trato con la misma terapeuta que atiende a su hijo de 9 años. ¿Qué ocurre con su hijo? Le pregunto. Lo remitieron del colegio a terapia. “No se lo soportan”. ¿Y tiene alguna genialidad? Le repregunto. Sí. La pintura. El papel, los pinceles, los colores mueven su vida.
Ahora entiendo al niño, le respondí a la mamá. Un niño con una vocación germinando no puede soportar la trágica escuela criolla. Y, peor, si esa escuela es de las que cobran un bono de 40 millones y enseña inglés. ¡Ahí es Troya! El niño es quien no se soporta al colegio. Pero el colegio lo envía a terapia porque no se soporta al niño. ¿Quién tiene la razón?
¡El colegio! A nuestras enanas escuelas les queda grande educar niños libres. Niños apasionados. Niños sin cadenas. Niños con dios interior. Ellas cobran millones de pesos a padres que los pagan (¡Ojo! ) a condición de que sean niños “que no jodan”. De que sean robóticos. Estáticos. Sumisos. Y de que, por tanto, aprendan a rezar, canten el himno nacional y respondan bien las pruebas PISA.
La madre me escucha y asiente con la cabeza. Y le pregunto:¿Por qué Usted no se para en la asamblea de padres y protesta? Hace silencio. Me atrevo a decirle que intuyo su respuesta: a ciertos padres, que pagan ciertos bonos en ciertas escuelas, les gusta que aconducten a sus hijos. Que los normalicen. Estos padres tampoco aman un hijo apasionado.
No soportan a un hijo inquieto. A un hijo que “joda”. Sus ocupaciones no se los permiten. ¿Un padre tiene alguna otra mejor ocupación que educar? Sí. Competir en sus micro grupos sociales. Sacar pecho diciéndole a su colega, whisky en mano, que paga 40 millones por un bono escolar. Y que le enseñan inglés. A este individuo le importa un comino que en su hijo se halle la semilla de un Gauguin o un Van Gogh. Es peor. No sabe quiénes son.
Este padre o madre de familia, por supuesto no protesta en una escuela que ha elegido para que le ayude a compensar sus frustraciones. Y pasa por alto que esa escuela exija niños “normales” porque éstos son los que obtienen puntajes mediante los cuales el Ministerio les permite subir la matrícula. Así es. El Estado incentiva la violación intelectual de los niños jodones.
¡Eureka! Lo hemos hallado. Padres que aceptan frustrar a sus hijos para mostrar que estudian sí sé dónde a sí sé qué precios para aprender sí qué naderías. Escuelas que violan intelectualmente a sus menores de edad para subir, cada año, el precio de sus matrículas y bonos. ¡Ah! Y ministras de educación que sueñan también, y muy cristianamente, con hijos que “no jodan”.
Estos son los personajes de la tragicomedia. Padres, docentes y burócratas que víctimas de su invento cargan, llorando, el féretro de sus alumnos suicidas. Cavan la fosa de sus niños para, luego, hacerse fotografiar hipócritamente compungidos por su dolorosa pérdida camino al cementerio.
¡Qué asco! ¡Qué patético nihilismo! ¡Qué plena expresión de la doble moral cristiana!
Congótica. En ciertas familias y escuelas, se cuecen las habas de la tragedia suicida. Cocidas, por supuesto, en el horno de religiones que trastocan la muerte en salvación.
Congótica 2. Un padre o maestro de un estudiante suicida, tiene el perdón de su dios. ¡Aumenta el número de habitantes del cielo! ¡Niños violados intelectualmente!
Congótica 3. La educación no “se volvió” negocio. La volvieron negocio padres, educadores y burócratas víctimas de una escala de valores trastocada.

domingo, 15 de julio de 2018

Sobre el aburrimiento

“Papi, estoy aburrido.” Es la frase que suelen usar mis hijos para manifestar que no están haciendo algo entretenido y por ende que lo están pasando mal. Incluso, usualmente está frase va acompañada de un gesto de desaliento y derrumbe físico. Literalmente se tumban al suelo. Alguna vez leí que ser adulto significa tener la capacidad para estar aburrido y poder mantenerse en pie. Sin embargo, esa actitud de mis hijos parece cada vez más latente en todos hoy en día, niños y adultos. Parece que no podemos pasar ni un minuto del día sin estar “haciendo” algo. Como que falla algo en nosotros si no estamos ocupados.



Ilustración de Maurice Sendak de Open House for Butterflies por Ruth Krauss.

Pascal dijo que todos los problemas de la humanidad surgen de la incapacidad del hombre para sentarse en silencio en una habitación por sí solo. Aunque tal vez un poco exagerado, lo cierto es, que nuestros hijos (y nosotros) deben aprender a tener la capacidad para aceptarse y conocerse. Deben poder llegar a aceptar el aburrimiento como un proceso que los conduce a algo. Como escribió Adam Phillips

El aburrimiento es en realidad un proceso precario en el que el niño está, por así decirlo, esperando algo y buscando algo, en el que la esperanza se negocia en secreto; y en este sentido, el aburrimiento es similar a la atención flotante. En la confusión sofocada, a veces irritable de aburrimiento, el niño está alcanzando una sensación recurrente de vacío de la cual puede cristalizar su deseo real … La capacidad de aburrirse puede ser un logro de desarrollo para el niño.

(texto original en inglés, traducción propia)

Lo increíble es que en el párrafo anterior podemos reemplazar niño por adulto e igual sale; especialmente en estos tiempos de redes sociales y conectividad permanente.[1]

Le tememos al aburrimiento, pero sobre todo a la soledad. No obstante, cuando comenzamos a estar cómodos con la soledad, comenzamos a encontrar lo que nos hace felices, lo que queremos y también lo que nos hace infelices. Se cristalizan nuestro anhelos verdaderos. No lo que otros quieren que hagamos, sino lo que nosotros auténticamente queremos -y lo que no también-.

Constantemente estamos buscando entretenimiento y todo lo que nos saca de ese estado de aburrimiento mantiene a nuestras mentes “ocupadas” y eso no es saludable. Esto no significa que tenemos que obligar a nuestros hijos a aburrirse de muerte, sino más bien a mostrarles que nosotros mismos estamos en la capacidad de estar tranquilos, sin dispositivos, y dispuestos a pensar por un rato qué es lo que queremos hacer. El éxito en la vida, probablemente esté del lado de quienes se detienen un rato en el día, sin distracciones, a contemplar el silencio y descubrir un nuevo mundo ante sus ojos. Démosle ese espacio a nuestro hijos, sólo así podrán ellos mismos tomar sus decisiones sobre qué quieren en la vida más adelante.


  1. Sin embargo, parece haber indicios de que las compañías beneficiadas les interesa que tengamos relaciones más saludables con nuestros dispositivos.  ↩

miércoles, 14 de marzo de 2018

Orígenes


Una línea del tiempo del planeta Tierra. Foto: Andree Valley/University of Wisonsin-Madison.

Hoy me preguntó Alo, ¿de dónde venimos? Lo hizo con un aire de seriedad, a lo cual no podía responder con cualquier cosa. Lo miré fijamente y mientras tanto su inquietud crecía como espuma. Suspiré y le dije, “verás, hace mucho, muchísimo tiempo - hasta dónde sabemos unos 15 mil millones de años - hubo una gran explosión y ahí empezó todo.” Comenzando así, pensé que le pondría misterio al asunto, pero me miró de vuelta, con las cejas levantadas y el ceño fruncido, me dijo “Papi eso ya lo sé.”[1]

Yo proseguí. Bueno, resulta que muchísimo tiempo después de esa explosión, comenzaron a unirse trozos en distintos lugares, y algunos se unieron tan fuerte que iniciaron su propio fuego y formaron estrellas. Habían estrellas grandes y pequeñas. Me dijo, “ah, el Sol es una grande y las otras son pequeñas.” Naturalmente, le respondí, “No, el Sol en realidad es una estrella mediana, pero hay más grandes. Lo que pasa es que las otras están muy lejos y por eso se ven pequeñas.”

También hubo trozos de materia que no formaron estrellas, sino planetas. Uno de esos planetas fue el nuestro, el planeta Tierra. Seguía escuchándome como si faltara poco para resolver el misterio. Después de muchísimos años que se formara la tierra, en los océanos comenzaron a surgir de manera espontánea pequeños bichitos. En realidad eran formas de vida pequeñitas que no podemos ver con los ojos y que casi no hacían nada, pero podían hacer algo muy especial. Podían hacer muchas copias de ellos mismos. Es, como si tuvieras hijos igualitos a ti mismo.

En algún momento, nadie sabe bien cómo, dos de esos bichitos se unieron[2]. De hecho uno se fue a vivir al interior de otro. Resulta que el más pequeño podía producir energía que necesitaba el más grande y así terminó quedándose para siempre en su interior. En esta unión quedaron formando un solo ser vivo, a estos seres les llamamos células (eukaryotes). Y también tenían la capacidad para tener hijos igualitos a ellos.

Pero después de muchos años, de vez en cuando tenían hijos que ya no se parecían tanto a los padres. Y a veces, tenían habilidades diferentes. Como estar conformados por más de una célula. De esta manera comenzaron a aparecer seres más grandes. Animalitos pequeños, como pececitos que andaban por los mares del mundo.

Pasaron muchísimos años y estos seres hicieron lo mismo que sus padres y tuvieron muchos hijos, y los hijos tuvieron hijos, y así muchísimas veces. En algún momento algunos decidieron salir del agua y explorar la tierra. Al principio les costó mucho, pero cada vez más se iban adaptando en la medida en que tenían hijos y estos mostraban alguna habilidad diferente a sus padres.

De los distintos hijos, y después de muchísimo tiempo, hubo algunos que se convirtieron en lo que hoy llamamos mamíferos, otros se convirtieron en dinosaurios, etc. Ahí me detuvo y me dijo, “bueno, pero los dinosaurios ya se murieron.” Yo entusiasmado le respondí, “en realidad no, los dinosaurios grandes se murieron hace mucho tiempo, pero también habían dinosaurios pequeños con plumas que siguen viviendo hoy en día, y les llamamos aves.” Me miró y me dijo, el pterodactilo no tenía plumas. Yo le respondí sin pensarlo, probablemente no tenía, pero habían otros que sí tenían.

Parecía convencido, así que continué. Bueno, de esos pequeños mamíferos, surgieron todos los mamíferos que conocemos, los leones, las ballenas, los monos y los simios. Le hice la claridad sobre los monos y los simios, nosotros somos simios como los gorilas y los chimpancés - somos monos sin cola, en cierta manera. Pero no fue inmediato, pasaron muchos, muchos años, los mamíferos anteriores a los simios tuvieron muchos hijos durante muchos años hasta que algunos nacieron con habilidades diferentes y así esos tuvieron hijos y nos fuimos diferenciando los unos de los otros. Hasta que aparecimos los humanos.

Y eso es lo mejor que sabemos sobre de dónde venimos.[3]

Ahora sí, a bañarte.


  1. Recordé que el año pasado lo había estudiado en el colegio.  ↩

  2. El caso de la mitocondria es probablemente el caso más exitoso de supervivencia en la historia de los seres vivos.  ↩

  3. Hay un video interesante sobre nuestra historia en un minuto.  ↩

lunes, 5 de febrero de 2018

Elena

Hace seis meses llegó a nuestra vida una pequeña luz que poco a poco fue iluminando nuestro hogar. Su sonrisa involuntaria de plenitud, me cautivó y me hizo recordar que ser padre es la relación más profunda y frágil que se puede tener en la vida. Hacerse responsable de esta vida que cabe en mis brazos es abrumador y me ha tocado de una manera tan trascendental, así sea ésta la tercera vez que soy padre.

Nuestra pequeña Elena es ya una participante de la conversación del hogar y se hace sentir con su dulzura y su ferviente manera de antojarse de lo que nos ve haciendo - especialmente la comida. Su inteligencia es notoria para distinguir entre rostros conocidos, para saber qué es comida y qué es bueno para rascarse las encías. Su manera de cerrar los ojos, reír y mirar hacia un costado, parece tan natural e involuntaria que siempre caigo y me dejo llevar. De tal manera, que un beso es lo mínimo que cosecha tras el gesto.

Ser la hermana menor de dos hermanos seguro la llevará a sentirse sobreprotegida, pero tengo la impresión que en estos tiempos, puede ser ella quien termine arreglándole las vidas a sus hermanos. Las mujeres tienen una manera tan especial de enfrentarse a la vida, que a veces creo que es un súper poder que desarrollaron mediante la evolución para permitirles dominar, cuando físicamente parecería que no pudiesen.

Aún siendo una bebé ya nos conoce y sabe cuál es su lugar. Sabe con quien quiere estar y también sabe dónde se está mejor. La comunicación con ella, aunque rudimentaria, es probablemente lo más antiguo y representativo de la especie humana en lo que respecta a nuestros instintos y quienes somos.